Dicen que el don de la ubicuidad sólo lo tiene uno.Yo, como humano, he estado en muchos sitios pero en horas distintas.También estuve ahí. Creo que una de las primeras guitarras que sonaron en el coro parroquial de la Guardia, allá por el 74, fue la mía. No era ningún Paco de Lucía pero con los acordes fundamentales nos apañábamos.Era muy complicado pero la directora, Pilar Martínez, tenía la capacidad vocal suficiente para adaptarse al tono que le daba. Mi homenaje particular a esta mujer que , entre otras cosas, ha alegrado las homilías.