La noche de San Juan, era la noche que mejor iluminada estaba la Villeta. Había una hoguera en cada boca de calle, se hacían unas hogueras enormes que la gente aprovechaba para quemar todo lo viejo, cosas del campo, como albardas que ya no se usaban, ropones, y algún trasto que hubiera en la cámara. Pero lo que más recuerdo, era lo bien que se pasaba viendo a todos saltar la hoguera. Las estrellas parpadeando en el cielo, mas cerca que cualquier día del año, tan claras brillando como pequeños diamantes. El camino de Santiago tan nítido tan perfecto. Y sobretodo estos recuerdos de niña, sintiéndote segura protegida rodeada de todos tus seres queridos, familiares, amigos, vecinos…
Era una noche mágica, el inicio del verano, noches tranquilas al fresco, los hombres descansando después de un día de siega, las mujeres relajadas después de las tareas diarias, los niños corriendo y escondiéndose entre las sillas (con las protestas de los mayores) jugando al escondite, y las parejas de novios sentados un poco mas apartados de los demás.
Era una noche mágica, el inicio del verano, noches tranquilas al fresco, los hombres descansando después de un día de siega, las mujeres relajadas después de las tareas diarias, los niños corriendo y escondiéndose entre las sillas (con las protestas de los mayores) jugando al escondite, y las parejas de novios sentados un poco mas apartados de los demás.