Recordaré a estos reyes magos toda mi vida, sobre todo a Melchor, que me sentó en sus rodillas, calmando mi llanto de miedo con sus amables palabras y me entregó un paquete, envuelto en papel verde brillante, que resultó ser el Nenuco bebé que les había pedido y que aún hoy día conservo en perfecto estado con mucho cariño.