Y ya que estamos en "el pozo del invierno", no podemos olvidarnos de las calles del pueblo. Ahí está la muestra de una de ellas: la Pernalera. Excepto la calle Mayor, todo el pueblo estaba así: de tierra, llenas de baches y regueros. Un invierno de estos..., entre la lluvia, la nieve y el barro; el hielo, la escarcha y la babaza (no de caracoles), duraba hasta la Semana Santa.