Nunca, hasta la fecha, estaré tan agradecido a la pasividad y/o imposibilidad del taquillero de RENFE y a la señora que intentaba comprar un billete rebuscando el importe entre el bolso, la cartera-monedero, y un segundo monedero, todos ellos con sus bolsillos y apartados correspondientes: acabas de los nervios. Cuando llevas prisa y estás en la cola detrás de álguien así, dan ganas de colarte, pagarle el billete o abroncar al taquillero para que espabile. Pues lo dicho; muy agradecido a estas dos personas que me hicieron perder el tren que me llevaba a Alcalá vía Atocha donde me esperaba " El tío de la guadaña" . El siguiente tren nos dejó tirados entre Atocha y la calle Téllez, y entre la confusión, el ruido de las explosiones, y los hongos de humo, salimos entre las vías y " por patas" , sin mirar atrás; porque, sin saber lo que pasaba, presentí que "El tío..." estaba por allí y sin avisar. Ese día no tocaba pero..., ¡ojo!, Ese, nunca descansa.