Felipe “el hornero” junto a sus hijas tenía que ir todos los días, a las tres de la mañana, a encender el horno, a base de gavillas de sarmientos y calentar el agua para que cuando llegase la gente que ese día le tocaba cocer el pan, estuviera todo listo. Ellas eran las que dirigían y ayudaban a amasar el pan, lo hacían, lo horneaban y sacaban del horno. Las personas que iban a cocer el pan, llevaban ellas mismas los ingredientes necesarios para ello. Esta cochura se solían hacer cada 15 días, o sea que cada una de las personas que cocía hacían pan para que les durara por lo menos dos semanas y se guardaba en cestos de mimbre en un lugar seco de la casa. Lo que cobraban por cocer el pan era en especie (harina o pan). No solamente hacían pan, cuando llegaba la Navidad hacían nuestros dulces típicos de la época navideña. Y en las bodas la tarta nupcial de varios pisos adornada de merengue y anisillos de colores.