Aunque con sus imperfecciones, para mí estas visiones totales de las Cuevas de Villapalomas tienen su interés porque servirán para que quienes no las hayan visto en persona, que serán muchos, puedan ver cómo son estas cuevas artificiales del Hierro II (construidas por los antepasados de los guardiolos entorno al siglo IV antes de Cristo y utilizadas hasta el III despúes de Cristo), ya que en aquélla época hubo un asentamiento humano en Escorchón. El topónimo de Villapalomas se debe según el arqueólogo Dionisio Urbina a su utilización en la época tardomedieval y moderna como anidaderos naturales de estas aves, primero, y luego como verdaderos palomares. El uso de estas cuevas según los entendidos era como lugar de refugio, tanto de personas como de granos, aunque no se descarta que se usasen como tumbas. En estas cuevas aparecieron un montón de utensilios de la época que hubiese sido interesante que se hubiesen conservado en nuestro pueblo como la tábula cerata. Según el historiador local Fernando Guzmán Nuño, ésta fue encontrada a mediados de los años 80, probablemente entre 1985-86 en las Cuevas de Villapaloma, por Eugenio Guzmán, hijo de Gabino, fue entregada por éste a la directora de la Escuela Taller de La Guardia. Al pensar que los caracteres que había podían ser hebreos, se manda en primer lugar al “Museo Sefardí” de Toledo, donde se encuentra depositada hasta el año 2000. Tras varios estudios, se manda en 1996, documentación y fotografías, a una de las máximas autoridades en Epigrafía Latina, el profesor de la Universidad de Heidelberg, Dr. Géza Álföldy, que en una primera trascripción, deduce que se trata de una correspondencia entre dos personas, que se refieren a cantidades de dinero pagado por algunos trabajos o productos. Como veréis el techo de estas cuevas tiene mucha similitud al techo de la Ermita del Santo como habéis visto recientemente en otras panorámicas esféricas de la Ermita.
Como otras cosas de interés cultural e histórico de nuestro pueblo, las cuevas de Villapalomas están dejadas de la mano de Dios. Estas cuevas son un legado de nuestro pasado que tenemos el deber de conservar y proteger. Desde aquí apelo a las instituciones a que estas cuevas sean declaradas Bien de Interés Cultural. Si se consiguiese esto, el trabajo fotográfico y físico realizado (porque no es fácil para un cuarentón de peso acceder a ellas) habrá merecido la pena.