Hay que ver lo que ha cambiado " ir a al plaza". Cuando no había supers, hipers o macros (ahora todo es muy grande) las mujeres, especialmente, iban a la plaza a comprar la fruta y la verdura. El Ayuntamiento tenía unos cajones de madera de 200 cm de largo x 100 de ancho x 10 de alto, con unas patas de tijera, que servían de mostradores y estaban a disposición de los hortelanos y fruteros autóctonos donde exponían la mercancía. Las tiendas de ultramarinos - nunca he sabido por qué las llamaban así, si el chorizo era de Segovia y los garbanzos de La Bañeza- se encargaban de despachar el resto. Pero el mercadillo era otra cosa y lo sigue siendo en toda España: el Martes " revolucionaba" a todo el vecindario, incluídos los chavales en vacaciones, y era el día de la semana que la abundancia llenaba la plaza y la competencia comercial era más evidente. Ahora, los puestos se han modernizado tanto que montarlos cuesta 2 minutos escasos y, por lo visto, mucho género y muy concurridos, aunque parece que a Tomás y a Enrique no les gusta el precio de la mortadela.